Mientras el gobierno sigue intentando meter la cabeza en el G20 y peleando por jugar en las grandes ligas, en Europa se nos sigue tratando cómo el patito feo en temas tan importantes cómo la educación. Mientras la oposición sigue duro y dale con su veto a educación para la ciudadanía, los verdaderos deberes siguen sin hacer y es que nuestra educación pública es cada día peor y nuestras titulaciones menos valoradas fuera de nuestras fronteras. Y lo peor muchas veces somos nosotros mismos los que nos estamos echando la zancadilla. Poco a poco, se va haciendo imposible encontrar educación de calidad y debidamente valorada en el sector público y cada decisión que se toma nos acerca mas a tener que delegar el proceso educativo en manos de los empresarios.
No voy a entrar a tratar el tema de la educación secundaria, ya que se ha hablado mucho de los problemas que están encontrando profesores, padres y alumnos para conseguir extraer un mínimo de calidad a este primer y fundamental paso de la educación.
Empezaré con uno de los pilares básicos de la formación hoy en día, además de uno de los puntos negros de los españoles, son los idiomas. Aparte de la formación que se recibe durante la educación obligatoria disponemos de otro gran apoyo en las Escuelas Oficiales de Idiomas. Estas ofrecen formación de alta calidad a un precio realmente asequible y quizá el único pero es que están altamente solicitadas con lo que es difícil conseguir una plaza. En el caso del Inglés, al que he dedicado varios años de estudio, primero en la EOI de Albacete y luego continuando en Getafe, este año se dio un gran paso con la ampliación de 1 año extra, para la obtención del título final. Pues cuál fue mi sorpresa cuando descubro que a pesar de esta ampliación y de haber estudiado el año anterior con libros equivalentes a una certificación C1, cuando complete este curso extra, obtendré un titulo que en Europa estará valorado con un nivel inferior (B2) (Wikipedia). Aparte del objetivo de aprender, es difícil que a alguien le compense estudiar 6 años, cómo mínimo, para obtener un certificado B2, además de que al reducir las exigencias es probable que se reduzca el nivel de la enseñanza ofertada. Se ha creado un blog www.eoindignados.blogspot.com para protestar por esta injusticia. La otra opción es ir a las academias privadas, dónde el costo se multiplica por 15, mientras en la escuela oficial pagaba 70€ por todo el año puedo pasar a pagar un mínimo de 70€ al mes por una formación similar. Lamentable.
¿Y qué hay del último estamento feudal que queda dentro del estado? Estoy hablando de nuestra adorada Universidad Púlbica, en la que he pasado algunos de los mejores años de mi vida y por la que cada día que pasa siento más pena. ¡Seamos europeos! ¡Genial! Es hora de adaptar nuestras titulaciones al formato europeo, mucho más avanzado ¿dónde va a parar?, siendo extranjero… ¡vamos! ni que fuera una película de Martinez Soria. Y ahí llegó la famosa Boloñesa, ¿o era el tratado de Bolonia? Al parecer, las titulaciones europeas constan de dos partes, un grado de 4 años y luego el afamado master. El master, palabra que creo que es la única que está más devaluada que la economía y la educación juntas. No es un mal sistema, se parece al famoso, chicos, la primera es gratis pero el resto la vais a pagar y bien pagada, que usaban los maleantes a la puerta del cole. ¿Por qué si antes toda la carrera se podía realizar a precios públicos ahora que la carrera consiste en grado + master hay que rascarse el bolsillo? Sobretodo, cómo he comentado, cuando el dichoso master no le llega a las rodillas a su progenitor: el Master de toda la vida. Eso sin contar con qué pasará con la gente que hemos cursado el sistema antiguo, tema que sigue tan turbio cómo todo este asunto.
En su día, tras cursar Ingeniería Técncia en Informática, me embarqué a tiempo parcial con el trabajo en sacar la Ingeniería disque Superior. Empecé cursando todas aquellas asignaturas que me eran útiles para cumplimentar mi carrera y rápidamente acabé con ellas, quedando por delante materias, que a mi parecer no aportaban mucho a mis necesidades profesionales. Ahí empecé a buscarme la vida por mi cuenta con formación extra universitaria, que a la larga me ha sido mucho más beneficiosa que lo que se me ofrecía. A cambio nunca terminé «la Superior», algo que a veces me hecho en cara, pero que no me ha perjudicado por ahora en nada, y más con el panorama que se avecina, no me dan muchas ganas de retomar.
Ahora vamos con la motivación de los profesores universitarios, elegidos prácticamente a dedo por sus antecesores, y con varios años por delante hasta poder asentar su plaza, si lo consiguen. En este proceso y los posteriores cómo profesores universitarios, apenas si les será valorada su labor cómo docentes frente a muchas otras opciones: su habilidad con la «política» dentro de la universidad, sus publicaciones en revistas de prestigio, sus doctorados, y un largo etc… Por tanto, ¿por que preocuparse de una de las labores más importantes de la Universidad: formar profesionales?. La docencia se convierte en un puro trámite que hay que cumplir. Bueno, al menos estos profesores serán unos especialistas en sus áreas lo que les facilitará la tarea… pues no tiene porqué, ya que al igual que los ministros, pueden ir rotando sus asignaturas e impartir algo de lo que no tienen ni la menor idea. Pero bueno, se preparan cuatro transparencias y se pasa ese pesado trámite que suele ser enseñar para ellos. Y eso sin entrar en el tema que estos formadores de profesionales de la informática en la mayoría de los casos sólo han ejercido de profesionales de la formación o de la investigación, y no tienen ninguna experiencia de campo. De enseñar a comprender la tecnología, en lugar de tecnologías de fabricantes concretos, de liberar sus apuntes y avances para uso de toda la comunidad o de fomentar el uso de tecnologías libres, ya ni hablamos.
En fin, si la mayor preocupación de nuestro ministro de cultura es que la gente de la $GAE y sus asociados se llenen los bolsillos a manos llenas y que se criminalice una acción completamente natural de la gente que es la de compartir, en lugar de fomentar el valor de nuestra educación dentro y fuera de nuestras fronteras, nos podemos imaginar los objetivos del ministerio de Educación. Nuestro destino parece ser tener que confiar nuestra educación y la de nuestros hijos a los empresarios de la formación, que lo mismo, es la solución que se les ha ocurrido para salir de la crisis y hacer que la economía se mueva. Todo esto no tendría porque ser así… pero lo es.
– Photo Agulhas Wreck by moo_sa (CC By 2.0).