Una de las cosas que ya me llevaban rondando hace un tiempo esta cabezota tan hermosa que tengo, era la de vivir un tiempo en el extranjero y con la estimable colaboración de mi compañera en este viaje que es la vida parece que hemos conseguido lanzarnos. En los últimos años en Madrid hemos hecho una gran cantidad de amigos de todas partes del mundo, que han enriquecido nuestras vidas de forma incréible. Con tanta felicidad cómo tristeza hemos visto partir a muchos de ellos en busca de otros rumbos y cada vez nos hemos repetido, bueno se va un amigo aquí pero tenemos un sitio al que viajar en el futuro. Con envídia veía esa determinación y esas ganas de conocer el mundo, de vivir en otras partes y ese «no miedo» a empezar las cosas una y otra vez, en lugar de seguir el destino que parece estar escrito para nuestra generación: pagar hipoteca por siempre y vivir pegados a nuestras cosas. Así que a la primera oportunidad que ha surgido nos hemos liado la manta a la cabeza y nos hemos animado a saltar con los ojos cerrados hacia una nueva aventura… nos vamos a conquistar la Gran Bretaña.
Lo primero que se nos vino a la cabeza era que teníamos un montón de trastos acumulados en casa, ya eran 6 años de vivir en Madrid o mejor dicho en Getafe cómo me recordaría Lili a la menor oportunidad, y que sería imposible viajar con todo cual tortuga gigante que va con su casa a cuestas.
Así que cómo vistéis iniciamos la operación Soltar lastre con la venta de las poquitas cosas grandes que teníamos que pudieran valer algo, tirando muchísimas cosas que no usábamos para nada, empaquetando algunas para que las guardara mi familia en Valencia y metiendo en maletas y cajas a enviar las que ibamos a llevar. Con todo lo que vendimos y tiramos aún así salian un montón de cosas que casi no conseguimos acomodar en la furgoneta que alquilamos para el traslado, pero al final cupo todo y partimos rumbo a Valencia a hacer la primera descarga y a despedirnos de la familia al menos hasta que se animen a darse un viajecito por esta isla.
En un acto de locura previo, habíamos pensado tirar con la furgoneta hasta Bilbao o Santander y allí cruzar en Ferry, y seguir hasta Cambridge por carretera. Lo descartamos por varios motivos, por ejemplo el de que habría que traer la furgo de vuelta, dejarla en Reino Unido encarecía el alquiler de 3 días a 2500€, y porque conducir una furgo por la izquierda con el volante a la izquiera ya era demasiado para mis poco evolucionadas capacidades conductorias. Así que después de una buena paliza de recoger y limpiar, especiales agradecimientos a Matías y al Batas, que realmente sin su ayuda no lo habríamos conseguido, emprendimos el viaje. En teoría ibamos a salir un día antes, pero cuando ya eran las 5 y todavía estaba todo por hacer decidimos salir al día siguiente… ya sabéis hitos que se retrasan y esas cosas que pasan en los proyectos 😀 .
Y aún con todo tenemos unas 10 maletas y 4 cajas que traer para acá, bueno una ya la habíamos traido cuando vinimos a inspeccionar que era ese lugar llamado Cambridge, y las otras 4 pasaron increíblemente por el control de Ryan Air. Imaginaros mi cara cuando la primera maleta va y pesa 23Kg, el máximo era 20, y le digo todo convencido a la chica del mostrador: bueno, con las otras se compensa… y va y las dos maletas siguientes también rebasaban el peso máximo… al final con la última mochila compensabamos un poco pero nos pasabamos 4,5 Kg si sumábamos todo, cosa que no está permitida. La carita de gatito de Shreck, la lagrimilla apunto de brotar y la historia de que nos ibamos a mudar para allá consiguieron hablandar de forma inesperada a la inquebrantable operadora de RyanAir que nos dejó subir.
Ahora ya llevamos una semana y algo en Cambridge y nuestro siguiente reto está siendo conseguir un sitio para vivir. La verdad es que la burocracia inglesa, creo que se inventó aquí, nos lo está poniendo difícil, pero tenemos nuestras esperanzas puestas en que todo se resuelva la próxima semana… pero esto ya será en el próximo Post.
Un abrazo muy grande para todos los amigos, para los compañeros de trabajo y de gimnasio, para la familia, para los vecinos, para los chinos que te dan la mano o te alegran la tarde cuando pasas por su tienda, a los meseros del Luna y del Alba, a los guardias de la puerta del curro… espera que no va a dar para todos.
Chicos, esta vez los que nos hemos ido somos nosotros, pero no olvidéis que eso sólo significa una cosa: un nuevo lugar en el mundo para que vengáis a visitarnos. Os quiero.